Quizás, alguna de ustedes no tengan idea de toda la historia que trae el maquillaje en su espalda, pero como todo en la vida, queda documentado, cada tendencia, cada moda y cada época, marcada por un estilo distinto.
En este articulo comenzaremos a darnos cuentas de las corrientes mas fuertes de el maquillaje a partir del antiguo Egipto, pasando por los griegos y terminando en los romanos.
En este articulo comenzaremos a darnos cuentas de las corrientes mas fuertes de el maquillaje a partir del antiguo Egipto, pasando por los griegos y terminando en los romanos.
Antiguo Egipto.
Los primeros en utilizar el maquillaje fueron los egipcios, ya que muchas tumbas de los mismos contienen productos cosméticos: las mismísima Cleopatra utilizaba un lápiz labial rojo que se hacía con el carmín de los escarabajos.
Las mujeres egipcias resaltaban sobre todo los ojos que maquillaban con colores fuertes, los párpados los pintaban con colores vivos que obtenían a base de mezclar tierra, cenizas y tinta.
Recientemente se han descubierto en las tumbas de los faraones restos del maquillaje que utilizaban para el rostro y asombrosamente, los estudiosos revelan que esos productos cosméticos no son tan diferentes a los que se usan hoy en día.
Fueron también las egipcias las que iniciaron la moda de pintarse los labios, lo que hacían con un tinte hecho de ocre rojo y óxido de hierro natural que extendían con un cepillo o un palito.
El uso más notable era el del khol, una mezcla de metales, plomo, cobre, cenizas y almendras quemadas para delinear los ojos. Este delineado estaba hecho para curar el mal de ojo y ahuyentar los espíritus malignos, así como también para proteger la vista de las inclemencias climáticas del desierto –sol y arena–.
Grecia
y Roma.
Pasando por Grecia y Roma, el maquillaje se perfecciona y empieza a cobrar importancia también la piel, que se intenta blanquear con una mezcla hecha a base de yeso, harina de habas, tiza y albayalde (carbonato clásico de plomo), que al final obtenía resultados totalmente contrarios a los pretendidos, ya que al contacto con el sol oscurecía el rostro. Asimismo, las pestañas se ennegrecían utilizando una mezcla de huevos de hormigas y moscas machacadas.
Los griegos hacían mucho ejercicio físico para mantenerse en forma. También para ellos era importante el aseo diario. También se depilaban el cuerpo. Se tenían el cabello. Las mujeres lucían una melena larga y rizada. Blanqueaban su piel ingiriendo comino y aplicándose Cerus y Albalde. Pintaban los ojos, labios y mejillas. Los hombres se rizaban el pelo y la barba.
Si bien, los griegos eran partidarios de la naturalidad en el aspecto y un ideal de virilidad y de tosquedad natural, los griegos crearon el concepto de la estética, el culto al cuerpo, los ejercicios físicos, los masajes, y los baños. En uno de sus libros, Apolonio de Herofila explica que “en Atenas no había mujeres viejas ni feas”. Con las conquistas de Alejandro Magno llega a Grecia el maquillaje que es usado, fundamentalmente por las cortesanas.
Éstas se coloreaban la cara, se espolvoreaban de oro, blanco y rojo, teñían las cejas y prolongaban sus pestañas y marcaban el contorno de sus ojos. También se aromatizaban el aliento llevando en la boca líquidos o aceites balsámicos y removiéndolos con la lengua y escupiéndolos discretamente en el momento oportuno. Las cortesanas griegas tenían preferencia por los cabellos rubios que denotaban una categoría social superior y un atractivo sexual; conseguían el tono mediante la aplicación de una pomada a base de pétalos de flores amarillas, polen y sales de potasio, perfumada con manzana. A la mayoría de los grandes héroes griegos, Aquiles, Menelao y Paris se les describe como poseedores de rizos de color claro, y los que no eran rubios naturales usaban jabones y lejías alcalinas procedentes de Fenicia. Para un teñido temporal, se espolvoreaban con una mezcla de polen amarillo, harina amarilla y polvillo de oro.
Las mujeres romanas dedicaban muchas horas a su cuidado corporal tomaban baños y se daban masajes. Teñían sus cabellos rubios, lucían elaborados peinados que adornaban. Maquillaban su rostro de color blanco, sus ojos azules, y los labios y mejillas rojos. También fabricaban pestañas postizas con seda o pelo natural. Estas labores las llevaban a cabo las esclavas.
A partir de la mitad del siglo I antes de Cristo los soldados regresaban de sus misiones en Oriente cargados de perfumes indios y cosméticos y ello hacía que los hombres y mujeres se excedieran en el uso de cosméticos. Los romanos utilizaron kohl para oscurecer los párpados, colorete, elementos depilatorios y piedra pómez para limpiar los dientes. La piel se blanqueaba con una mezcla hecha a base de yeso, harina de habas, tiza y albayalde (carbonato cálcico de plomo); las pestañas se ennegrecían utilizando una mezcla de huevos de hormigas y moscas machacadas.
Cuando las romanas vieron a las cautivas rubias que trajo Julio César de las Galias las quisieron imitar empleando un compuesto de sebo de cabra y ceniza de haya. Por el contrario, los hombres de alto rango social y político optaban por los cabellos oscuros e incluso negros. Plinio el Joven, el naturalista del siglo I, escribió sobre la importancia de los tintes oscuros para el pelo uno de los cuales se obtenía hirviendo cáscaras de castaña y puerros.
Para evitar las primeras canas, se aconsejaba a los hombres que preparasen una pasta que debían aplicarse por la noche a base de hierbas y lombrices de tierra. El remedio romano contra la calvicie consistía en un ungüento de arándanos triturados, con grasa de oso.
Se cree que los judíos adoptaran la aplicación de los cosméticos de los egipcios, puesto que el Antiguo Testamento hace referencia a pinturas para la cara. La ornamentación del ojo fue también la forma de maquillaje más popular entre los hebreos. Esta costumbre fue introducida en Israel alrededor del año 850 a.C. por la reina Jezabel, quien “adornó” su cutis con afeites para seducir a Jehu o como Esther, reina de Babilonia, quien embellecía con afeites sus maravillosos ojos, hasta el punto de ser considerada la mujer con los más bellos ojos que nunca existió.
Sin embargo, ya desde los primeros momentos judeo-cristianos se hacen referencias en contra de la indecorosa sofisticación física. La sola intención femenina de mostrarse atrayente ante los demás fuera del hogar, de buscar una positiva recepción exterior, era considerada por los hombres como una peligrosa pretensión de romper los márgenes de la custodia y del sometimiento del varón.